La obesidad en el embarazo se asocia a un aumento de las complicaciones tanto para la embarazada como para el feto. El sobrepeso antes y durante el embarazo puede aumentar el riesgo de ciertas complicaciones, como la diabetes gestacional, los trastornos de la presión arterial y la necesidad de una cesárea y parto prematuro.
Ahora: Recordemos que la obesidad se diagnostica cuando una persona tiene un IMC de 30 o más. Sin embargo, debemos considerar que el IMC es una métrica de salud basada en datos científicos de hace 200 años por un matemático (no por un médico) en base a los datos de personas europeas blancas. Esto significa que no tiene en cuenta la diversidad de formas corporales y etnias, ni la salud general de una persona ni su composición de grasa corporal. Es por ello que no debe ser el único método para declarar si una persona con sobrepeso está en una situación verdaderamente alarmante. Lo mejor es hacer pruebas complementarias que ayuden a medir el porcentaje y la distribución de la grasa corporal.
Cabe mencionar que además de tener un mayor riesgo de sufrir algunas complicaciones físicas, las mujeres embarazadas con obesidad corren el riesgo de sufrir discriminación debido a su peso. A las mujeres con obesidad se les dice que su cuerpo es el culpable de cualquier resultado negativo en el embarazo, y se les avergüenza por su peso. Esto conlleva a que abandonen los servicios o a que los procesos de ansiedad y depresión que ocurren durante la maternidad se agraven. También hay reportes de casos en los que se les instruye bajar de peso incluso sin considerar sus exámenes de sangre y controles.
Colegas: Es importante ser sensibles a la diversidad de experiencias durante la maternidad para poder brindar un servicio humano de calidad.